miércoles, 23 de noviembre de 2011

VIAJE A LA FRONTERA DE LA TEORIA ECONOMICA TOMADO DE EL CLARIN.COM


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NOTA INTRODUCTORIA DEL EDITOR DE ESTE SITIO WEB: A continuacion un reportaje sobre lo ultimo en economia. Resulta que la economia mundial, ha llegado a demostrarnos que sus bases teoricas en que se funda, las diferentes corrientes aplicadas en el ultimo centenio, han llevado a la necesidad de replantear el diseño del modelo economico mundial, por cuanto, las metas de desarrollo y equidad , no han sido logradas, y cada vez mas en ancha la brecha y profunda, lo que nuevamente hace un recall de necesidades de replanteamiento en la educacion pedagogica para la enseñanza de un nuevo modelo economico, basicamente fundamentado en una percepcion no solo autocritica , sino en un ser humano capaz de tomar decisiones confrontativas con los recursos humanos y economicos, que le lleven a diseñar un modelo economico, con naturaleza propositiva y respetuosa de los seres humanos , que son a quienes se les va a aplicar la inclusion a un nuevo ambiente de sistema de conduccion de las politicas y medidas economicas necesarias para la sostenabilidad y desarrollo economico mundial. Ese desafio, se remonta no solo a las recordadas historias de politica economica y de economia politica, sino que va mas alla, atravesando la barrera ya no solo de las matematicas y las ciencias ingenieriles, sino entrando a la apertura biologica para conocer a fondo el porque el ser humano, ya de manera individual o integrado socialmente a traves de equipos de trabajo, logran la toma de decisiones de materia economica, ese contenido de fondo , es el que vamos a estudiar en el corto parrafo de VIAJE A LA FRONTERA DE LA TEORIA ECONOMICA, que expongo integramente , ademas de ofrecerles el link, del mismo. El ser humano, elabora sus pensamientos de conformidad a la informacion quimica que se procesa en el cerebro y de esa forma, perfila y ordena sus pensamientos, en un comportamiento normal. Es decir tu estomago siente deseos de alimentos, lo informa al cerebro , este produce ( hay una correlación casi perfecta entre la confianza que tienen los agentes para realizar una transacción y los niveles de oxitocina, una hormona. Los neuroeconomistas dicen que la oxitocina podría ser a las relaciones humanas lo que las instituciones a los países.) una hormona llamada oxitocina, la cual le dice al cuerpo humano que tiene hambre, y “que debe buscar los medios para alimentarse, como ser humano racional y social” es asi la gran semejanza aunque sea non grata con la comparación de los roedores, en quienes existe un gran match de estimulos sensoriales que son paralelos a los humanos en diversas circunstancias. De conformidad al relato que estamos por este medio introduciendo. Gracias por preferir este blog , en el cual tratamos los temas con transparencia, en lo que se nos es posible.Editor de este Blog, RUBEN DE SAINT-EXUPERY.










LOS APORTES DE LA NEUROECONOMIA, LA ECONOMIA CONDUCTISTA Y LA ECONOFISICA
Viaje a la frontera de la teoría económica






Enigmas que parecían impenetrables para la economía tradicional son abordados exitosamente con herramientas de otras ciencias.






SEBASTIAN CAMPANARIO
En el kit de herramientas del economista moderno hay matemática de avanzada y modelos para todos los gustos. Aldo Rustichini, un profesor de la Universidad de Minnesota, utiliza estos instrumentos, pero también otros algo menos ortodoxos: electroencefalogramas, máquinas de estimulación magnética transcraneal y análisis de sangre. Ah, y también una cuantas ratas de laboratorio.

Rustichini forma parte del grupo de menos de cien académicos que se dedican a estudiar la neureconomía, lo último de lo último en teoría económica aplicada. Un campo de frontera, en el que la economía se cruza con la neurobiología, la ciencia que analiza a su vez la relación entre los fenómenos cerebrales y los comportamientos de las personas.

"Estamos abriendo la caja negra del proceso de decisión", le cuenta a Clarín Rustichini. Según sus impulsores, la neuroecomía permitirá descubrir cómo influyen estos hechos biológicos en la conducta de los agentes económicos. Después de todo, ciertos actos irracionales de los mercados podrían ser explicados por la presencia de determinadas hormonas en la corteza cerebral.

Enigmas que durante siglos permanecieron impenetrables para la economía tradicional están siendo abordados por especialistas que llegan desde otras ciencias. Tanto la neurobiología como la psicología o la física abrieron el campo de investigación hacia zonas inéditas, con respuestas sorprendentes para viejos problemas que parecían irresolubles.

Clarín se contactó con autoridades académicas en estos estudios de frontera. En todos los casos, existe un entusiasmo desbordante, ante el potencial que tienen las líneas de investigación.

Pero como se trata de teorías nuevas, que se están probando, los ataques desde la economía tradicional son feroces. Para muchos teóricos, los neuroeconomistas y los econofísicos conforman una suerte de circo de rarezas (los economistas conductistas, que recurren a herramientas de la psicología, están ya más instalados en la corriente principal de la profesión).

Bienvenidos, entonces, a un recorrido por el Discovery Channel de la teoría económica.

Ratas y veteranos de Vietnam

De vuelta a Rustichini. Hasta hace cinco años, este profesor simpático y entusiasta, que sabe algunas palabras de castellano gracias a su mujer santafecina, se dedicaba a la teoría de la decisión. Pero había algo que no le cerraba. "Desde siempre, los economistas supusieron que que la gente se comporta de forma racional, midiendo costos y beneficios. Pero nunca explicaron cómo se produce esa conducta. La neuroeconomía ayuda a entender por qué se toman determinadas decisiones".

Para el académico italiano radicado en los EE.UU, la nueva línea de estudio "puede explicar aspectos más difíciles de encuadrar para la teoría tradicional, como el comportamiento moral, o las emociones".

¿Cómo es un día en la vida de un neuroeconomista? En primer término, los investigadores seleccionan voluntarios y les piden que tomen distintas definiciones económicas, con juegos electrónicos de lotería o simuladores bursátiles. Mediante técnicas ultrasofisticadas registran los cambios que se producen en las distintas zonas del cerebro cuando se decide tomar un riesgo, confiar en otra persona o rechazar una oferta.

De esta forma, llegaron a descubrir, por ejemplo, que hay una correlación casi perfecta entre la confianza que tienen los agentes para realizar una transacción y los niveles de oxitocina, una hormona. Los neuroeconomistas dicen que la oxitocina podría ser a las relaciones humanas lo que las instituciones a los países.

Muchos economistas llaman a los cultores de la cruza con la neurobiología "lab-rats" (ratas de laboratorio), por los experimentos un tanto extraños que suelen realizar. Algunas de estos estudios empíricos alcanzan ribetes de lo más estrambóticos. Meses atrás, se convocó un grupo de veteranos de la Guerra de Vietnam que tenían la corteza prefrontal dañada. Se descubrió que esta característica está relacionada con dificultades para hacer apuestas de largo plazo. Así que ya sabe: si estaba pensando en confiar sus ahorros a un veterano de Vietman, mejor olvidarlo.

Hablando en serio, este tipo de daños es común también en la gente de edad avanzada. Por eso, los neuroeconomistas aconsejan cautela con las definiciones de largo plazo (fondos para la educación de hijos o nietos, etc) de las personas muy mayores.

"Las reacciones de la profesión ante este tipo de hallazgos son mixtas, pero en general diría que los economistas tradicionales están en una posición de esperar y ver qué pasa", dice Rustichini, "esto también es consecuencia de que la neuroeconomía requiere una enorme inversión en conocimientos para entender mínimamente de qué se trata; tengamos en cuenta que recién estamos construyendo un lenguaje en común".

Para Paul Zak, director del Centro de Neuroeconomía, la disciplina tiene herramientas fantásticas de medición, pero carece de un campo interesante para aplicar estos resultados, en tanto que con la microeconomía se da la situación inversa: trata fenómenos interesantes, pero sus métodos cuantificativos son muy discutibles. En conclusión, un matrimonio perfecto. "Los descubrimientos más asombrosos sobre el ser humano se encuentran en las intersecciones de distintas ciencias", dice Zak.



Fuego amigo

La neuroeconomía está aún dando sus primeros pasos. Es, prácticamente, una disciplina alternativa. Pero tiene un pariente famoso y ya aceptado por las corrientes académicas principales: la economía del comportamiento, o economía conductista, que se nutre de herramientas de la psicología.

La economía conductista sacó chapa de ciencia "seria" el año pasado, cuando el Nobel de Economía fue a parar a las manos de Daniel Kahneman y Vernon Smith, pioneros en el estudio de esta cruza de disciplinas.

Al igual que la neuroeconomía, la economía conductista está aportando ideas revolucionarias para entender por qué los mercados a veces funcionan tan mal. Una zona en la que la economía clásica, que supone agentes racionales, hace agua. Los especialistas en finanzas del comportamiento identifican vicios y sesgos en las decisiones económicas, como las dificultades para aprender de los errores, el comportamiento en manada, etc.

Los neurobiólogos descubrieron procesos cerebrales y hormonas que tienen que ver con una especie de "compulsión a pronosticar"(y si no, basta con probar poner un grabador o una cámara enfrente de un gurú financiero).

Los economistas conductistas agregan que estos pronósticos suelen ser erróneos porque se cae en ilusiones como creer que se controlan variables que en realidad son azarosas, o porque los seres humanos suelen prestar atención a los datos que confirman sus creencias, y desdeñar aquellos que las contradicen.

Tanto para la economía del comportamiento como para la neuroeconomía, el cerebro es una Ferrari cuando se trata de identificar tendencias de corto plazo o de dar respuestas emocionales rápidas, indispensables para sobrevivir en los tiempos primitivos, cuando se formó su estructura. Pero se vuelve una batata a la hora de encarar cuestiones financieras modernas.

Sin embargo, las coincidencias entre la economía del comportamiento y la neuroeconomía se acaban ahí. Los neurobiólogos más fanáticos desprecian a la psicología, a la que califican de cháchara freudiana. Y lo mismo sucede a la inversa. En la Argentina, el país con mayor cantidad de psicólogos por habitante, donde las películas de Woody Allen tienen más éxito (en términos relativos) que en los Estados Unidos, la neurobiología encuentra pocos adeptos.

"Existe cierta rivalidad", reconoce Rustichini, "la economía conductista es un intento de formular una teoría empírica del comportamiento: se observa una conducta y luego se hace una generalización. En cambio, la neuroeconomía supone que el comportamiento económico se determina en el cerebro, y que por lo tanto el estudio de su estructura en fundamental para entender cómo surgen las decisiones económicas".

Hay quienes creen que las dos disciplinas tienen mucho para aportar con un trabajo conjunto. Tal es el caso de James Montier, un experto de finanzas del comportamiento, director de estrategia de Dresdner Kleiwort Wasserstein, una boutique de inversión. Montier publicó el año pasado un libro en el cual tipifica los errores y conductas irracionales más comunes entre los inversores (Behavioural Finance: Insights into irrational minds and markets).

—¿La neuroeconomía y la economía del comportamiento tienen diferencias irreconciliables?, le preguntó Clarín a Montier.

—No, para nada. En mi opinión, la neuroeconomía aporta los microfundamentos de la economía conductista. Muchos de los errores que cometemos como inversores son culpa de la estructura del cerebro. Yo soy partidario de la teoría que afirma que nuestro cerebro es el hogar de dos sistemas que coexisten, uno intuitivo y otro más lógico, y por lo tanto hay espacio para trabajar en los dos frentes sin contradicciones.



Burbujas y meteoritos

Algo debe andar mal en los mercados si una de las voces que más ruido está haciendo en Wall Street es la un experto en terremotos, tornados y caída de meteoritos.

Así como se lo escucha, amable y con voz pausada, Didier Sornette es una de las mayores autoridades mundiales en predicción de catástrofes. Durante dos décadas hizo un trabajo pionero en Francia que inauguró el cálculo moderno para pronosticar accidentes y roturas de cohetes. Hoy, desde su posición de geofísico de la Universidad de Los Angeles, dedica sus horas de estudio al entramado de operaciones financieras.

Su último libro, "Por qué estallan los mercados de acciones", está de moda entre los brokers. Todo es cuestión de resultados: las predicciones de Sornette funcionaron bastante bien en el 2002, y anteriormente habían ganado fama 1999, cuando acertó con los movimientos del Nikkei japonés, batiendo al consenso de la futurología del momento.

La herramienta física de Sornette para realizar estimaciones es la teoría de los sistemas complejos. "Tenemos gente que nos defiende, y otros que dicen que es algo imposible", explica el geofísico, "los científicos típicamente no predicen el futuro, pero yo soy optimista. La teoría de los sistemas complejos es una ciencia joven, y las predicciones van a mejorar indudablemente en los próximos cinco años".

Para llegar a su conclusiones, Sornette analizó unas 50 burbujas especulativas, desde la fiebre de los tulipanes en Holanda del los siglos XVI y XVll hasta el último bajón bursátil norteamericano.

La teoría del geofísico francés postula que determinadas señales de las crisis pueden ser rastreadas inclusive años antes de que las explosiones financieras ocurran. Su modelo supone que los inversores actúan en manada, por "cooperación imitativa", un comportamiento que lleva a formar primero burbujas, luego períodos de inestabilidad extrema y finalmente una caída catastrófica.

¿Qué dice la bola de cristal de los sistemas complejos? Según Sornette, la inestabilidad del mercado estadounidense, que se arrastra desde julio del 2000, aún tiene un largo trecho por recorrer. Recién en el 2004 se retomaría una tendencia creciente.

Encontrar un algoritmo que pronostique el futuro de los mercado es algo así como toparse con la fuente de la eterna juventud para la mayoría de los analistas financieros.

Los críticos de Sornette tienen demasiado presente la experiencia reciente protagonizada por Doyne Farmer y Norman Packard, dos físicos expertos en teoría del caos del Instituto Santa Fe, de los EE.UU. Farmer y Packard estaban convencidos de que podían encontrase "patrones" en series de azar, y se pasaron la década del ''80 especulando en los casinos de Las Vegas con microcomputadoras que escondían en sus zapatos.

Pronto descubrieron que la plata grande estaba en el mayor casino del mundo: Wall Street. Así, en 1991 lanzaron una start up, The Prediction Company. Los resultados finales de sus predicciones nunca se hicieron públicos, porque el contrato de exclusividad que firmaron con la empresa financiera Warburg Dillon Read incluyó confidencialidad absoluta. Los único que se sabe es que Warburg recientemente negoció una extensión del acuerdo.

"Ellos usaron técnicas de la teoría del caos, en cambio mi enfoque es más global, es más general en las herramientas que usa", dice Sornette.

—¿Cuál fue la reacción de los inversores con su trabajo?—, le preguntó Clarín.

—Buena. Entre los economistas, diría que el 70% son escépticos y el 30% muestran un fuerte interés. En Wall Street, el porcentaje de buena aceptación es mayor. De hecho, hay infinidad de físicos hoy en día trabajando en los bancos. Sigo recibiendo cientos de mails con preguntas de ejecutivos, varios de ellos de CEOs de fondos de inversión y de bancos, que me dicen que están aprovechando mis técnicas de análisis. También me enteré, por mi computadora, que la Reserva Federal y el Banco Central de Japón, entre otras instituciones, han bajado mis trabajos desde mi página web.

—¿Y cómo le va a usted con sus inversiones personales?

—La verdad es que les dedico poco tiempo, me divierten mucho más mis investigaciones académicas. Sí hice un par de cosas con asociados, y no me puedo quejar, me fue bastante bien. El sistema por sí solo no sirve, sin embargo, para hacer trading de corto plazo, debe ser complementado con otros tipos de análisis.

(Las predicciones de Sornette pueden consultarse en su página web de la Universidad de Los Angeles: www.ess.ucla.edu/faculty/sornette).



Tuttifruttinomics

En esta ensalada en la que la economía se mezcla con otras ciencias, la interacción es cada vez más aceitada. Los econofísicos, por ejemplo, utilizan para sus modelos de comportamiento colectivo (en manada) conclusiones recientes de la neuroeconomía y de la economía conductista.

Las nuevas especialidades tienen en común también su carácter de marginalidad con respecto a la corriente principal. "Seguramente algún día los econofísicos ganaremos un Nobel de economía, como sucedió el año pasado con los economistas del comportamiento", se esperanza Sornette.

Todos los personajes de esta historia están acostumbrados a las críticas y a las burlas, y no dejan de citar la máxima de Thomas Kuhn, estudioso de los paradigmas y las revoluciones científicas: las posibilidades de que una idea se imponga con el correr del tiempo son proporcionales al enojo y al rechazo que causan en la época en que son formuladas.

Los investigadores comparten, también, un entusiasmo extremo por sus materias de estudio. Después de todo, lo mejor está aún por descubrirse.

"Los conocimientos del cerebro aún no llegan al 1% de lo que se podrá comprender en los próximos años", dice Rustichini, mientras termina su próximo informe, plagado de ecuaciones y modelos, pero también de imágenes de cortes cerebrales y resultados de análisis de sangre. Además de observaciones en ratas de laboratorio que, aunque parezca raro ( y sin ánimo de ofender), suelen replicar muchos de los procesos químicos que se producen en los cerebros de los más encumbrados operadores financieros.

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